El desafío es ampliar la democracia

22 marzo, 2019 admin Novedades .

Como lo hicieron las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, el avance de un modelo social de exclusión exige salir a la calle a defender nuestros derechos. Este 24M, marchamos por una alternativa democrática, popular y feminista.

Marzo es, sin lugar a dudas, un mes para la memoria, para la reflexión sobre nuestro pasado. El 8M recordamos las luchas de las mujeres por la igualdad, las enormes conquistas a favor de una sociedad menos desigual representadas en algunas historias, nombres y relatos. Virginia Bolten, Julieta Lanteri, Evita, y tantas otras fueron construyendo, con sus experiencias, un mundo mejor para las generaciones venideras.

¿Cómo no pensar entonces en las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en los días próximos al 24 de Marzo? Mujeres, también ellas, que salieron a las calles a exigir verdad, memoria y justicia en el marco de la más brutal dictadura cívico-militar-eclesiástica de nuestra historia.

Así como ellas, que marcharon en las plazas para ponerle un límite a la dictadura genocida, en el presente, y bajo la amenaza constante de un modelo económico y social excluyente, somos también las mujeres, desde nuestros diferentes ámbitos y desde nuestras identidades diversas, las que salimos a las calles en defensa de nuestros derechos.

Porque la democracia es también la protección comprometida y participativa de nuestras conquistas. La defensa de nuestros derechos sexuales y reproductivos, a elegir cómo y cuándo maternar, está íntimamente articulada con las luchas por la defensa de los derechos humanos acontecidas en nuestros país a lo largo de toda nuestra historia.

Asimismo, las políticas económicas implementadas desde 2016, que tienen un impacto regresivo sobre el poder adquisitivo de todas y todos, repercuten, particularmente, sobre las mujeres. La feminización de la pobreza y la precariedad laboral de la que somos víctimas persiguen el disciplinamiento social a través de la negación sistemática de derechos fundamentales.

Nuestra historia, rica en experiencias de resistencia, frente al avance de políticas de exclusión y de violación sistemática de derechos fundamentales, nos impulsa a seguir trabajando para frenar una amenaza que es continental y que se expresa hoy, por ejemplo, en la persecución judicial a los opositores políticos y la difamación pública, sin pruebas, que pone en duda, inclusive, la existencia misma del estado de derecho.

La consolidación de gobiernos de derecha en América Latina responde asimismo a un plan sistemático que persigue desarticular toda posibilidad de desarrollo para nuestros países. La destrucción de políticas de integración regional, la propagación de los llamados “golpes blandos”, constituyen nuevas estrategias de intervención bajo las formas aparentes de sistemas democráticos que van camino a la consolidación de la exclusión social y la represión de la protesta social.

El momento que vivimos debe encontrarnos unidas y unidos a quienes, desde los diferentes sectores políticos y sociales, creemos convincentemente que un país más democrático, más inclusivo y menos desigual es posible. Nuestro compromiso es por la solidaridad, por la igualdad y por la construcción de una alternativa democrática, popular y feminista.