Una sentencia con claroscuros

4 mayo, 2016 admin Novedades .

Este miércoles se conoció el fallo de la Justicia por el secuestro, la tortura y el asesinato de los militantes Osvaldo Agustín Cambiaso y Eduardo Daniel Pereyra Rossi cometidos en mayo de 1983. Por un lado, nos produce gran satisfacción que se haya hecho justicia en los casos de Oscar Guerrieri y Luis Muñoz, jefes del Destacamento de Inteligencia 121, Luis Abelardo Patti, ex comisario de la Bonerense, y Juan Spataro, cabo de la misma fuerza, que fueron condenados a perpetua.

Mientras que, por el otro, nos causó gran indignación las seis absoluciones que recibieron el resto de los involucrados, que seguirán detenidos por otras condenas que acumulan por flagrantes violaciones a los derechos humanos. Llama la atención que los integrantes de la “patota Guerrieri”, Juan Cabrera, Ariel López, Carlos Sfulcini y Walter Pagano, fueron declarados inocentes al mismo tiempo que su jefe fue hallado culpable. Y también no deja de sorprender que para los jueces no se comprobó la responsabilidad del dictador Reynaldo Bignone y del jefe del 2º Cuerpo de Ejército, Rodolfo Rodríguez, en los hechos.

A pesar del sabor amargo que deja esto, y más allá de que la sentencia será por supuesto apelada por la defensa, destacamos lo que significa la concreción de un nuevo juicio de lesa humanidad, y que se hayan podido lograr estas condenas, lo caula es resultado del trabajo titánico que vienen llevando adelante las organizaciones de derechos humanos en la lucha contra la impunidad y la búsqueda permanente de justicia.

Los asesinatos de “El viejo” y de “Carlón”, como los llamaban, se convirtieron en emblemáticos en la historia de esa lucha por muchas razones. En primer lugar, porque el secuestro, la tortura y el posterior fusilamiento de los militantes populares fueron cometidos en los momentos finales de la etapa dictatorial. Por lo que se considera que fue el intento agónico de los represores de sembrar el miedo y de tutelar al próximo gobierno durante la transición a la democracia para conseguir la esperada amnistía.

Segundo, porque la detención fue realizada con gran violencia en un bar muy conocido del macrocentro de la ciudad de Rosario, a media mañana y frente a una cantidad de ocasionales testigos que vieron como la patota armada se llevaba por la fuerza a los dirigentes, amordazados y a la rastra, y festejaba con gritos de alegría y abrazos su botín.

Tercero, porque esa misma noche Cambiaso y Pereyra Rossi aparecieron acribillados en Lima, Buenos Aires, “abatidos en un enfrentamiento” por efectivos de la Unidad Regional de Tigre, según la versión mentirosa del Ministerio del Interior. También porque Patti, jefe del operativo y responsable confeso de los asesinatos, fue elegido en democracia intendente de Escobar y diputado, aunque no pudo acceder a su banca en el Congreso por “inhabilidad moral”.

Cuarto, porque los familiares, las organizaciones y los abogados de Derechos Humanos tuvieron que recorrer un largo y tortuoso camino, de más de 30 años, hasta lograr que se volviera a juzgar a los responsables, ya que en una primera instancia habían sido sobreseídos sin motivo.

Confiamos que a pesar de todo se podrá lograr finalmente hacer justicia en este caso. Esperamos que esta sentencia no esté relacionada con los cambios políticos a nivel nacional y que éstos no conspiren contra la posibilidad de continuar los juicios de lesa humanidad y de lograr definitivamente verdad, memoria y justicia por los 30 mil desaparecidos.